I
Paisajes, paisajes
van arrojándose
en tu espalda, paisajes y son tuyos…
… y la lluvia, muda
y mía, la lluvia
de tu espalda blanca
con los aires de un húmedo lamento
y voz de cante ido.
II
Tiene algo de jardín
allá en la mirada
tan entregada a su propia belleza,
tan arrebatada
de tanto júbilo…
… tiene algo de jardín,
de naturaleza
en cumbre, de esplendor ensimismado
de indicio insinuado.
III
Y saberse, verse,
repentinamente
tocarse y tomar las aguas de un brusco
bautismo al contemplar,
de nuevo naciendo,
tan blanca y ligera que resplandece,
la urdida mortaja.